Si a los Austrias del siglo XVI los llaman los «Mayores», a los del siglo XVII los llaman «Austrias menores»: Felipe III, Felipe IV y Carlos II tenían en común su desinterés por las tareas del gobierno. Eran otros los que gobernaban, los validos o favoritos.

Excepto por unos pocos años en Valladolid, la capital estuvo siempre en Madrid, en su Plaza Mayor se realizaban todo tipo de espectáculos.

FELIPE III

Felipe II no tenía demasiada fe en su hijo, afirmó: “Dios, que me ha concedido tantos reinos, no me ha dado un hijo capaz de gobernarlos”, o “a éste me lo van a gobernar”; sabía lo que decía. Felipe III era bondadoso y muy religioso,  pero también un gran vago, pronto delegó las tareas de gobierno en su amigo, Francisco Gómez Sandoval y Rojas, marqués de Denia, que luego obtuvo el título de Duque de Lerma. 

El Duque de Lerma fue un gran chorizo, especuló con el traslado de la capital a Valladolid durante unos años, entre 1601 y 1606; se enriqueció con negocios dudosos, colocó en los cargos importantes a familiares y amigos… y cuando por fin cayó en desgracia, se fue de rositas; para evitar la cárcel había conseguido el título religioso de Cardenal.

La expulsión de los moriscos en 1609 y la tregua firmada con los Países Bajos fueron algunos de los acontecimientos de este reinado.

Durante unos años la capital del imperio se fue a Valladolid. Lerma dio un «pelotazo», se dedicó a comprar propiedades en la ciudad, que aumentaron su valor cuando la Corte se instaló allí. Los madrileños reaccionaron pagando a Lerma y sus amigos para que la Corte regresara a su ciudad.

Con el dinero de sus negocios, el Duque de Lerma se mandó construir un fabuloso palacio en su villa de Lerma, en la provincia de Burgos. Estaba conectado por un pasadizo con la Iglesia, donde está enterrado. Hoy es un Parador de Turismo.

FELIPE IV

Felipe IV era algo más inteligente que su padre; aunque  en ocasiones intentaba reinar personalmente,  pronto tiraba la toalla y acudía a sus favoritos, el Conde-Duque de Olivares primero y  luego Luis de Haro, sobrino de Olivares.

España no tuvo más remedio que volver a las guerras con Francia, Inglaterra y los Países Bajos; al principio hubo algunas victorias pero sobre todo desde la década de los 30 se acumularon las derrotas. En 1648 se reconoció la independencia de las Provincias Unidas (Holanda).  Los impuestos de los castellanos y la plata de América no eran suficientes para poder pagar estas guerras. El Conde-Duque ideó la “Unión de Armas”: todos los territorios del imperio debían aportar dinero y soldados para la defensa general, a cambio tendrían los mismos derechos que los castellanos en el comercio americano. No funcionó, Cataluña se rebeló con ayuda de Francia. Portugal también inició su guerra de independencia, que consiguió en 1668.

CARLOS II

Carlos II era un pobre hombre, de pocas luces, le llamaban “el hechizado”, pues algunos pensaban que todos estos males estaban causados por algún tipo de mal de ojo. Durante 10 años fue regente su madre, Mariana, que de gobernar no tenía mucha idea, se apoyó en personajes impopulares como el padre Nithard o el aventurero Valenzuela. El hermanastro de Carlos, Juan José de Austria, tomó el poder durante un tiempo. Hubo un par de ministros inteligentes como Oropesa o Medinaceli, pero el desastre estaba servido. Carlos II murió sin hijos, declarando como heredero a Felipe de Francia, nieto de Luis XIV, el rey Sol.

ECONOMÍA Y SOCIEDAD

La economía española fue de mal en peor durante el siglo XVII. Las industrias que habían sido importantes como la de la lana, los astilleros (la fabricación de barcos) o la metalurgia casi desaparecieron. Las epidemias de peste despoblaron el campo y la agricultura también tuvo grandes problemas. En general le fue peor a Castilla que a los reinos de la periferia, que se recuperaron un poco a finales de siglo.

Sevilla vio su población reducida a la mitad a causa de la epidemia de peste a mediados del XVII, además perdió el monopolio del comercio con América, en el que el contrabando y el fraude aumentaba. 

Para aumentar sus ingresos, la Corona  vendía títulos de nobleza. Los nobles volvieron a tener toda la influencia política que habían perdido con los Austrias del siglo XVI. Todos quería un título para obtener prestigio y los  privilegios de la aristocracia.

El número de religiosos era tan alto a finales del XVII que tuvieron que limitarlo durante algún tiempo. 

Otra de las obsesiones de la sociedad era la «limpieza de sangre»; para cualquier cosa era necesario demostrar que no había antepasados judíos en la familia. La Inquisición siguió activa durante todo el siglo. Los autos de fe eran juicios públicos, que solían tener lugar en las plazas mayores de las ciudades y pueblos.

LA CULTURA

Mientras en economía y política las cosas no iban bien, en cultura estamos en el llamado gran “Siglo de Oro” español: Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Quevedo o Góngora nos dejaron algunas de las más grandes obras maestras de todos los tiempos.

El siglo XVII coincide con el arte barroco en el que brillaron genios de la pintura como Velázquez, Murillo, Alonso Cano o Zurbarán. En escultura triunfaron Gregorio Fernández, en Valladolid, o Juan Martínez Montañés, en Sevilla, que realizaban conmovedoras obras religiosas.

ALGUNAS PALABRAS Y EXPRESIONES

Vago o perezoso, que no le gusta la actividad, poco trabajador.

Delegar en alguien una tarea es autorizar a esa persona para que haga un trabajo…

El chorizo, además de ser un tipo de embutido, en lenguaje coloquial un chorizo es un ladrón.

Irse de rositas, expresión coloquial que significa librarse de un castigo merecido o de las consecuencias de una acción mala.

El gasto, gastar es utilizar el dinero, comprar algo.

La tregua es un alto temporal en una guerra, pactada por las dos partes.

Las arcas públicas, un arca es una gran caja normalmente de madera, usada para guardar sobre todo ropa en el pasado. Las arcas públicas es el dinero del que dispone un Estado.

Dar un pelotazo en lenguaje coloquial es hacer un negocio poco legal para conseguir mucho dinero rapidamente.

la expulsión, expulsar es echar a alguien de un territorio o lugar.

Los moriscos eran  las personas de origen musulmán que continuaban viviendo en España tras la expulsión de los musulmanes, aunque en teoría estaban convertidos al cristianismo, conservaban muchas de sus tradiciones. Siempre se les consideró ciudadanos de segunda. su expulsión afectó especialmente a la economía de Aragón y Valencia, donde eran la principal mano de obra de las tierras de los nobles de estos reinos.

Tirar la toalla es desistir, dejar de intentar hacer algo, rendirse.

Tener pocas luces es ser poco inteligente, ser tonto.

Echar un mal de ojo es cuando alguien hace magia, un encantamiento para perjudicar a una persona.

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