El rey Felipe II, de personalidad tan contradictoria como interesante, gobernó un gran imperio en el siglo XVI. Su mentalidad se refleja en su gran obra: El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en el que quedaron plasmados no solamente los ideales del rey sino también los de una época fascinante: el Renacimiento.

FELIPE II, ENTRE LA LEYENDA Y LA REALIDAD

Nació en 1527 en la ciudad de Valladolid, uno de los destinos favoritos de su madre, la bella emperatriz Isabel, con la que pasó parte de su infancia, pues su padre, Carlos V, estaba casi siempre ausente.

Felipe era rubio, de ojos azules, no muy alto y un tanto enfermizo; de carácter tímido y retraído; sus educadores se esforzaron por fortalecer su salud y mejorar sus habilidades sociales.

Desde siempre fue amante de las ciencias, la astrología, las matemáticas, la música y la arquitectura; aunque también era muy aficionado a la caza y los bailes.

LA LEYENDA NEGRA

Gobernar un imperio tan grande traía también muchos problemas y enemigos; la propaganda política y las “fake news”  (bulos) vienen de lejos en el tiempo. Los muchos detractores del rey difundieron una imagen del monarca muy negativa: radical en sus ideas religiosas, cruel y malvado hasta con su propio hijo Carlos, al que dicen que mandó asesinar y culpable de todos los desastres cometidos en América por los españoles, por no hablar de la Inquisición. 

Los nuevos estudios nos muestran, en cambio, una figura mucho mas interesante y compleja.  Fue un típico monarca del siglo XVI, época en la que las cuestiones religiosas y los radicalismos, empezaban a enfrentar a dos Europas, la católica y la protestante, de manera constante y en la que los asesinatos políticos no eran tampoco demasiado raros.

EL REY HUMANISTA

Los gustos de Felipe II nos muestra su cara mas amable; era un gran apasionado de la arquitectura. En su viaje como príncipe a Italia, Alemania y Los Países Bajos quedó enamorado de los edificios que visitó y tomó muchas ideas que luego aplicó en el Escorial y sus otros palacios.

Era además muy aficionado a la geometría, a las matemáticas (creó una Escuela de Matemáticas en Madrid), y a la astrología o astronomía, que por entonces eran lo mismo. Se rodeó de intelectuales expertos en la cultura hebrea y en las teorías neoplátonicas renacentistas, de ideas humanistas y complejas explicaciones del universo.

Todo ello está reflejado en su gran obra:

El Monasterio de El Escorial se construyó a no muchos kilómetros de Madrid, ciudad  que Felipe II convirtió en capital en 1561. El Monasterio debía estar cerca para poder viajar con frecuencia, pero en un lugar prácticamente aislado, que favoreciera la vida espiritual.

EL MONASTERIO DE SAN LORENZO DE EL ESCORIAL

Mas que un monasterio es  toda una ciudad, un mundo lleno de símbolos que reflejan el espíritu del rey y su tiempo.

Tenía la idea Felipe II de construir un panteón, un lugar para las sepulturas de su familia, los Austrias. Era necesario para ello levantar un monasterio, para que los monjes pudieran rezar por las almas de los reyes; para ello eligió la orden de los Jerónimos. Quiso construirse también un palacio para él y su familia. Además decidió que el lugar debía ser también un auténtico centro científico y artístico que al mismo tiempo reflejara los ideales de la religión católica.

LOS ARQUITECTOS DE EL ESCORIAL

Aunque fueron varios los arquitectos que colaboraron en la construcción del Escorial, dos destacan entre todos ellos: Juan Bautista de Toledo había trabajado con Miguel Ángel en Roma. Fue él el que trazó la planta  y las ideas generales, pero murió al poco de comenzar las obras y le sustituyó Juan de Herrera, que continuó el proyecto.

Los dos tenían en común su interés por las teorías de un filósofo y científico famosísimo los siglos XIII y XIV: Raimundo Lulio, creador de una serie de libros en los que trata de acercar las culturas árabe, hebrea y cristiana con sus teorías para buscar la esencia de todo, del Universo. Un mundo en el que las matemáticas y la geometría están siempre presentes, dando sentido y poniendo orden en el aparente caos.

LA GEOMETRÍA EN EL ESCORIAL

Felipe II era también seguidor de todas estas ideas. Él controlaba todo y así se aseguró de que su gran obra se construyera tal y como él quería.

Lo primero que nos llama la atención cuando visitamos el Escorial es que es enorme y que desde fuera parece un cubo, casi hermético, lleno de ventanas y puertas sin decoración. Cuando vemos su planta comprobamos que, en efecto, es un cubo que contiene y orden muchos cuadrados y rectángulos en su interior.

El cubo es la representación del mundo material, de lo terreno. El cuadrado es esa forma perfecta de la naturaleza.

El círculo es lo infinito, lo eterno: Dios.

La pirámide, con su base ancha y su elevación, simboliza el alma. No es extraño que las culturas antiguas construyeron pirámides como tumbas, el alma sube de la tierra al más allá, a la vida eterna.

Estos tres elementos aparecen en todo el edificio, tanto en la planta como en la decoración de las fachadas.

LA SIMETRÍA RENACENTISTA

Como muchas construcciones renacentistas, la simetría está presente en el Escorial. Si dividimos el edificio en dos, a un lado tenemos la parte terrenal y material: el colegio y el palacio. Al otro lado está el mundo espiritual: el monasterio. Las dos partes están unidas por un eje simbólico que representa el camino a la iluminación y la vida eterna: desde la biblioteca que representa el conocimiento, a la basílica, con el panteón debajo (la muerte y el paso a lo espiritual y eterno); y el palacio del rey entre ambas, mitad terrenal mitad espiritual.

LA FACHADA PRINCIPAL

Esta fachada típica del Renacimiento nos dice, como si fuera un libro, que es una construcción promovida por un rey, lo vemos en el escudo. También comprobamos que el edificio está dedicado a San Lorenzo.

La excusa para construir el monasterio fue una batalla ganada contra los franceses, la de San Quintín, el día de 10 de agosto de 1557, día de San Lorenzo.

Este santo, tesorero de los cristianos, fue martirizado por los romanos, en el siglo III d.C, asado en una parrilla. Éste es el símbolo del Escorial, vemos la parrilla de San Lorenzo por todas partes.

LA BIBLIOTECA

Une el colegio con el monasterio. Era un lugar especial para el rey, preocupado en aumentar su colección de libros en diferentes idiomas y con todos los temas que más le interesaban.  Lo sabemos por las pinturas en tonos cálidos que decoran la sala principal y que representan el camino del conocimiento, desde la filosofía hasta la teología, la fe, pasando por el trivium y el quadrivium, las asignaturas que dan conocimiento del ser humano y el mundo que le rodea.  Se parecen un poco a las de la famosa Capilla Sixtina; Pelegrino Tibaldi, su autor, era seguidor de Miguel Ángel. Choca ver desnudos y personajes del mundo clásico en un lugar tan católico, es el espíritu humanista, que reconcilia la fe con el conocimiento y la ciencia.

EL PATIO DE REYES

Seguimos el camino y cruzamos el Patio dedicado a los reyes de Israel, en especial Salomón, con el que Felipe II se identificaba. Siete escalones conducen a la entrada a la Basílica. El significado de los números está presente siempre en todo el edificio: el siete como número mágico: los siete días de la semana, los siete planetas…

LA BASÍLICA

Es la clave de todo el monasterio; es un espacio grandioso al que se accede por una curiosa bóveda plana. De nuevo todo es geometría: en el centro del cuadrado se eleva la cúpula circular, la subida al cielo. Los colores nos marcan  el lugar más importante: el altar, al que se accede por 12 escalones (otro número mágico, 12 son los apóstoles, los meses del año, los horóscopos…). A los dos lados del altar están las habitaciones del rey y la reina, sobre ellas se colocaron los magníficos monumentos dedicados a las familias de Felipe II y su padre, Carlos V, hechos por los Leoni, familia de artistas italiana.

El retablo, dedicado a San Lorenzo, es al mismo tiempo fachada del palacio del rey.

Bajo el altar mayor está el Panteón real, un espacio circular en el que están enterrados casi todos los reyes de España y sus consortes.

EL PALACIO DEL REY

Lo político y lo sagrado se mezcla en este espacio que simboliza el papel del rey como enviado divino. Las estancias no son muy grandes para tratarse de un palacio de un personaje tan poderoso, pero es que aquí venía a llevar una vida lo más retirada posible; para grandes fiestas o recepciones utilizaba otros palacios más adecuados como el Alcázar de Madrid o el de Aranjuez.

Igual que hizo su padre en el monasterio de Yuste en el que murió; las habitaciones privadas del rey (también las de la reina) tienen acceso directo al altar de la iglesia.

Felipe II podía escuchar misa desde su cama; al otro lado tenía vistas a los jardines.

La naturaleza es otro aspecto clave en la arquitectura de Felipe II. Esto es también muy característico de los palacios renacentistas; la naturaleza es vida; sabemos que a Felipe II le preocupaba la conservación de los bosques pues escribió sobre ello diciendo el «qué les vamos a dejar a nuestros hijos», que tanto se escucha hoy.

EL MONASTERIO

Del monasterio, ocupado hoy por padres agustinos, se puede visitar el claustro con sus pinturas, la Iglesia de prestado, que conserva originales de Tiziano y las salas capitulares, decoradas con grutescos de estilo pompeyano, algo muy habitual en el Renacimiento, que tenía su modelo en la cultura clásica.

En el Escorial montó Felipe II  también todo un laboratorio para tratar plantas medicinales e incluso realizar, sin éxito, un experimento alquímico. 

Enfermería, cocinas, despensas y otras dependencias se construyeron al servicio de esta auténtica ciudad, que fue el Monasterio de El Escorial.

LA MUERTE DE FELIPE II EN EL ESCORIAL

En su alcoba del Escorial murió el rey en el año 1598. Tenía 71 años, mucho para el siglo XVI, en el que la esperanza de vida no era muy alta. Se hizo llevar su cama parte de su enorme colección de reliquias (tenía más de 7000), a las que tenía un gran aprecio. Pasó los últimos días acompañado por la infanta Isabel Clara Eugenia, su ojito derecho (su hija favorita); y por el príncipe heredero Felipe III, en el que no tenía demasiada confianza. «A éste me lo van a gobernar» dijo de su hijo; y efectivamente así fue.

ALGUNAS PALABRAS Y EXPRESIONES

Plasmar es dar forma real a un proyecto, unas ideas…

Ausente, que no está. Carlos V no pasó mucho tiempo en España, para su hijo Felipe II fue un padre ausente. Lo contrario es presente. También podemos usar ausente con el significado de distraído, estar pensando en otra cosa.

Enfermizo, una persona enfermiza es alguien que se pone enfermo con facilidad.

Don Carlos era hijo de Felipe II y su primera esposa, María Manuela de Portugal. Era en realidad una persona cruel, con problemas mentales, pero la leyenda negra le transforma en un príncipe ideal, joven, con ideas liberales, en contraposición a su padre, radical y malvado. Sabemos que conspiró contra su padre y que éste, que no sabía qué hacer con él, le encerró en una torre. El príncipe murió allí en extrañas circunstancias. Probablemente murió de alguna enfermedad, pero los rumores hablaban de asesinato… La historia es tema de una obra del escritor alemán Schiller y una ópera de Verdi.

Fake news es la palabra que se escucha ahora con el sentido de bulo, una noticia falsa que se difunde con el objetivo de perjudicar a alguien.

El Neoplatonismo es una corriente filosófica muy extendida en el Renacimiento, que se basa en las ideas de Platón: el hombre como dual, cuerpo y alma, y la posibilidad de llegar a la divinidad a través de la mística, del alma.

Sepultura es la tumba, el enterramiento.

Orden de los Jerónimos, creada en el siglo XIV. Los monjes jerónimos pasaban su vida rezando y en misa, este carácter contemplativo gustaba mucho a los Austrias. Carlos V se retiró al Monasterio Jerónimo de Yuste en Extremadura.

Hermético, cerrar algo herméticamente, es cerrarlo completamente. También tiene el significado de oscuro, difícil de comprender. Viene de Hermes Trimegisto, un filósofo egipcio al que se atribuye la alquimia. La alquimia era un proceso por el que se buscaba el paso de metales como el plomo al oro, o la búsqueda de el elixir de la vida eterna. En la Edad Media estaba muy mezclada con la química.

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