Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador, vivió en la segunda mitad del siglo XI. Héroe para algunos, un simple mercenario para otros, la imagen del Cid fue cambiando a lo largo de los siglos, mezclándose el mito con la leyenda y la historia real.
No hay demasiados datos sobre su origen ni sobre su infancia. Probablemente era de familia noble, al menos por parte de madre. Su padre Diego Laínez, que fue fiel vasallo del rey Fernando I de Castilla, tenía tierras y varios castillos en Burgos.
LA ESPAÑA DEL CID
En la época del Cid, España estaba dividida entre el mundo cristiano del norte y los reinos musulmanes (reinos de Taifas) del sur y el este.
En el siglo XI los reyes cristianos tenían el control; los reyes taifas, enfrentados unos con otros, pagaban en muchos casos parias (una especie de impuestos) a los cristianos para poder seguir con su tren de vida y conservar sus reinos en paz.
CASTILLA Y LEÓN
Los reinos de León y Castilla se habían unido bajo el poder de un solo monarca: Fernando I fue el más poderoso de la Península; los reinos taifas de Sevilla, Toledo, Badajoz y Zaragoza le pagaban parias; pero al final cometió un error habitual en su época: dividió el gran reino entre sus hijos buscando paz y armonía para el futuro; Castilla sería para su hijo mayor Sancho, León para su segundo hijo, Alfonso, y Galicia para el más joven, llamado García.
Poco duró la paz, porque los hermanos pronto empezaron a pelear entre ellos. Sancho reunificó el gran reino de su padre, pero murió joven, asesinado en Zamora en extrañas circunstancias; todo pasó entonces a manos de su hermano Alfonso, que reinó durante años como Alfonso VI.
Fernando I fue enterrado en el Panteón de San Isidoro de León, junto a su esposa Sancha; es famoso este lugar por sus maravillosas pinturas románicas.
La expresión coloquial “ser un paria social” significa estar al margen de la sociedad, ser rechazado por ella. Un paria es una persona que tiene menos derechos y privilegios por ser considerada inferior.
¿HÉROE O MERCENARIO?
El joven Rodrigo fue vasallo y amigo del rey Sancho, pero a la muerte de éste pasó al servicio del nuevo rey Alfonso VI.
Las relaciones con el nuevo rey no debieron ser muy malas al principio, pues Alfonso le encomendó misiones importantes y le casó con Doña Jimena, una dama de la alta nobleza (era normal que el rey organizara los matrimonios entre sus vasallos, pues de esa manera se aseguraba un equilibrio de poder).
Sin embargo algo fue mal entre ellos y el rey acabó expulsando a Rodrigo de Castilla. Comenzó así el primero de dos destierros. Las relaciones complicadas entre rey y vasallo duraron toda la vida, a veces eran aliados, otras casi enemigos. El Cid se vio obligado a buscarse la vida en otras tierras; creó su propio ejército y fue contratado como mercenario por el rey musulmán de la taifa de Zaragoza, Al-Mutamín, que estaba en guerra con su hermano, rey de Lérida.
Rodrigo ya era conocido por su victorias constantes en el campo de batalla, la palabra Campeador viene de Campidoctor «que domina los campos». Ahora en Zaragoza sus aliados musulmanes comenzaron a llamarle “el Cid” que significa “señor” en árabe, también significaba “el león” animal asociado siempre al valor.
El Cid fue un estratega brillante, gran militar, pero también gran diplomático y juez. Conocía muy bien la situación complicada entre los diferentes reinos, o principados cristianos y los musulmanes, y supo aprovecharse aliándose con unos u otros según las circunstancias. En realidad iba a lo suyo; aunque trató de no enfrentarse abiertamente con el rey Alfonso, siempre miró por sus propios intereses. Era ambicioso, orgulloso y muy inteligente, tenía además una gran capacidad de liderazgo. Sabía que su fuerza estaba en sus soldados con los que siempre fue muy generoso. Su ejército nunca paró de aumentar, cada batalla o razzia ganada significaba botín, dinero que repartía entre los suyos. Además consiguió que ciudades como Albarracín, Sagunto y otras muchas le pagaran parias.
EL CID EN VALENCIA
Su ambición y valentía le llevaron a querer dejar de servir a otros para convertirse él mismo en señor de un reino y Valencia era el apropiado, pues estaba lejos de Castilla y su rey, el débil Al-Qadir, había sido asesinado en una revuelta. No fue fácil la tarea, en primer lugar tuvo que conquistar varios castillos en los alrededores, luego tuvo que vencer a los temibles almorávides, la tribu norteafricana que había entrado en Al Andalus para poner orden y frenar el dominio cristiano. Ningún rey cristiano ni musulmán había conseguido vencerlos. Esta victoria del Cid le convirtió en una auténtica leyenda en vida.
Gobernó Valencia como un príncipe musulmán, (aunque nunca se nombró rey), hasta que murió de una enfermedad cinco años después, en 1099. Su esposa Jimena logró mantener el reino un par de años, pero al final no pudo defenderlo ante los almorávides; los seguidores del Cid abandonaron Valencia y se dirigieron a Castilla. Se llevaron el cuerpo del héroe, que fue enterrado en el Monasterio de San Pedro de Cardeña. Hoy está junto al de Jimena en la Catedral de Burgos.
Su hijo Diego murió joven en una batalla, pero sus hijas María y Cristina se casaron con los herederos de Cataluña y Navarra. El Cid fue al final abuelo de reyes.
De la Valencia del siglo XI no queda apenas nada; la iglesia más antigua de la ciudad es la de San Juan del Hospital, una joya casi escondida entre las calles de la ciudad.
Morella es otro lugar cidiano (del Cid), aquí estuvo varias veces con sus tropas cuando ya tenía la idea de conquistar Valencia. La fortaleza de Morella tenía fama de inexpugnable (que era imposible de conquistar).
EL CANTAR DEL MIO CID
El Cantar del Mio Cid es la primera gran obra literaria escrita en castellano, entre finales del siglo XII y comienzos del XIII. Antes ya se habían escrito en latín algunas crónicas sobre él como la Historia Roderici. En el Cantar se le presenta como un castellano lleno de virtudes: prudencia, valentía, inteligencia, lealtad; es vasallo siempre fiel a su rey Alfonso VI. Por motivos injustos es desterrado y no le queda mas remedio que “buscarse la vida”. No se menciona la estancia como mercenario en Zaragoza, ni nada que pueda ser una mancha en la perfección del Cid.
El Cantar inventa episodios que nunca sucedieron, pero es una obra magnífica, escrita en verso, en un castellano precioso, hecho para ser recitado. Era una historia que los juglares contaban por todas las tierras peninsulares. Los lugares mencionados en el libro han dado lugar a toda una ruta turística: el CAMINO DEL CID. Daroca y Albarracín están entre esos lugares cidianos.
OTRAS OBRAS CONTEMPORÁNEAS SOBRE EL CID
La bibliografía sobre el Cid es muy amplia; cada época ha tenido su propia versión del personaje, incluso ha sido tristemente politizado; es difícil distinguir lo real de la ficción; en cualquier caso en la actualidad la tendencia es a buscar a un personaje más real, metido en su contexto histórico.
Algunas novelas sobre el Cid:
«El Cid» de José Luis Corral. Muy bien documentada, escrita en un estilo sencillo y didáctico, es una muy buena aproximación al personaje y a su época.
«Sidi» de Arturo Pérez Reverte, escritor muy conocido dentro y fuera de España. Presenta a un Cid heroico y humano al mismo tiempo, con gran capacidad de liderazgo, un señor de la guerra en un mundo cruel y complicado.
PALABRAS Y EXPRESIONES
El vasallo, la palabra viene del celta vassalos, que significaba servidor. En la Edad Media, en la sociedad feudal el vasallo era un señor que servía a otro. La relación de vasallaje consistía en la protección que el señor daba a su vasallo, a cambio éste se comprometía a ayudar bien en la guerra u en otras cosas.
El mercenario es el soldado que recibe una paga a cambio de su servicio, es decir que combate simplemente por dinero.
Razzia es una palabra árabe que significa algo así como «ataque por sorpresa», para conseguir botín, dinero, esclavos…
El estratega brillante, el estratega es la persona que plantea una estrategia, es decir, una planificación en una batalla o en otra cosa. Brillante, que brilla, lo utilizamos como adjetivo para personas que son muy buenas en algo.
Aprovecharse es sacar partido de una situación, obtener ventajas.
Invencible es no se puede vencer. El prefijo in- indica “no”, así incomible, que no se puede comer (porque está muy malo…), imposible, que no es posible (observa que la n antes de b o p se transforma en m), etc.
Buscarse la vida es una expresión coloquial muy frecuente. La utilizamos cuando decimos a alguien que debe hacer las cosas por su cuenta, sin recibir ayuda de los demás. Ej: María tiene 40 años y sigue viviendo con sus padres, ya es hora de que se busque la vida.